Un deslumbrante vestido de Armani
Este primer fin de semana de julio el mundo posó la mirada sobre Mónaco. Y dentro del principado, sobre los varios atuendos que llevó Charlene Wittstock, la nueva Princesa de Mónaco, durante su casamiento con el Príncipe Alberto II.
Pero, sin dudas, el más importante fue el que vistió en la tarde de ayer en la ceremonia religiosa, que se realizó en el palacio real.
Mientras que el traje del civil fue creado por Karl Lagerfeld, el diseñador de Chanel presente en la boda, el vestido que lució Wittstock para la ceremonia religiosa estuvo a cargo de Giorgio Armani, también invitado al evento.
No fue una sorpresa: la princesa es embajadora de la firma desde hace un tiempo y ha vestido Armani en diversos eventos.
Pero tan elegante y deslumbrante como en este vestido de seda off White nunca se la había visto.
Como sucede con muchas creaciones de alta costura, el vestido respetaba la línea del cuerpo y lo envolvía hasta el piso, continuando en una cola de 20 metros.
Más allá de aquello, lo que lo volvió único fue su escote, que dejaba sus hombros al descubierto con un corte frontal inusual y el bordado de flores en cristales de Swarovski, perlas en forma de gota y otras piedras preciosas. En cuanto a los accesorios, siguiendo la línea minimalista del vestido, tan característica en Armani, Charlene casi no lució casi salvo el aplique, también en forma de flores, que coronó su peinado chignon.
Lo cubrió con un largo velo y lo acompañó con un bouquet de exquisitas flores blancas.
El vestido llevó 2500 horas de trabajo, de las cuales 700 fueron consagradas al bordado del traje de novia, que requirió de «kilómetros» de hilo de plata.
Horas más tarde, a las 21, la princesa volvió a impactar con otro vestido blanco de Armani Privé para la cena en la Opera de Montecarlo, a la que sólo diplomáticos, amigos cercanos y miembros de familias reales estaban invitados.
El diseño llegaba hasta el piso a través de varias capas de volados en la falda cubierta por pedrería.
Esta vez el escote fue más cerrado, dejando sólo los brazos al descubierto, y enfatizando, nuevamente, la ausencia de accesorios por excepción de una tiara en la cabeza.
Se le notó tal vez un poco nerviosa y prudente en cada movimiento, pero con un glamour clásico que sólo Grace Kelly supo tener exactamente 55 años antes.
Fuente:www.lanacion.com.ar
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