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Los vestidos de las novias reales

El traje de Doña Elena
La novia llegó a la magnífica Catedral de Sevilla del brazo de su padre, el Rey don Juan Carlos y estaba guapísima. Llevaba un traje confeccionado por el modisto Petro Valverde, de escote cuadrado, doble falda y velo de cuatro metros. En el escote, el talle y las mangas se podía apreciar un bordado en hilo de seda. La diadema, de brillantes pertenecía a la familia Marichalar y los pendientes y la pulsera a juego, eran regalo de su abuela paterna.

Bodas Reales - Infanta Elena

Bodas Reales - Infanta Elena

El vestido de Doña Cristina
La anécdota, sin duda, fue enterarnos de que el traje nupcial había sido trasladado por carretera desde Madrid en un furgón blindado y camuflado hasta Barcelona. No sabemos si la novia llevó algo azul, como marca la tradición, pero sí que la escuela de encajeras de bolillos de Olérdola del Alto Penedés, regaló a la Infanta una liga de encaje en ese color, confeccionada durante casi un mes por una decena de alumnas. Pero hablemos del vestido… en mayo de ese año, la Casa Real encargó a la prestigiosa empresa de Rafael Catalá la fabricación del tejido de seda para el vestido de novia que posteriormente diseñaría Lorenzo Caprile. Se formó así un magnífico tandem para crear auténticas filigranas de seda en un traje de escote barco con corte imperio y manga larga. La falda ligeramente evasé hacía resaltar un magnífico velo de encaje de Bruselas. Por cierto, Iñaki protagonizó otra inolvidable escena cuando guardó una flor del increíble ramo de su ya esposa, en el interior de su chaqué, ya que minutos después debían ofrecerlo a la patrona de Barcelona.

Bodas Reales - Infanta Cristina

Bodas Reales - Infanta Cristina

El traje de Sophie
A las 6 de la tarde, con puntualidad británica, acudía a la Iglesia la novia junto a su padre. La lluvia amenazaba en Londres, como de costumbre pero finalmente se quedó en eso, en una amenaza. La expectación por el traje que había elegido Sophie podía palparse en el ambiente y desde luego, no defraudó. La novia llevaba un vestido de corte medieval, en seda de color marfil teñida a mano, con escote en V delantero y a la espalda y cubierto por nada más y nada menos que 325.000 perlas y cristales. Una auténtica maravilla que Sophie aderezó con joyas de la corona, prestadas por su suegra. La tiara era de diamantes, los pendientes, de perlas blancas y negras, algo poco frecuente en las novias y en el cuello llevaba una cruz y un collar, también de perlas, diseñado por el propio Eduardo como regalo de boda. Como anécdota para el recuerdo el momento del intercambio de anillos. Los novios, claro está, lo tenían todo planeado y Sophie, ni corta ni perezosa colocó a su ya marido Eduardo la alianza en el dedo meñique. Una modalidad hasta aquel momento inaudita en el Palacio de Buckinham. Por cierto, el oro de los anillos procedía de una mina de Gales que lleva por nombre “Príncipe Eduardo”. Al terminar la boda, la joven pareja paseó por las calles de Windsor en coche de caballos ante un clamor ensordecedor. Dieron dos vueltas antes de dirigirse al Grand Hall del castillo de Windsor donde tuvo lugar la recepción y cena, cuya organización corrió a cargo del general de División que ejerce las funciones de maestre real. Los invitados cenaron un bufet preparado por el chef de la Reina Isabel de Inglaterra: koulibiac de salmón, ternera Strogonov, ensaladas y patatas nuevas y una tarta nupcial de cuatro pisos que costó nada menos que 3000 €.

Bodas Reales - Sophie Rhys Jones

Bodas Reales - Sophie Rhys Jones

El vestido de Mette Marit
La boda se celebró en la minúscula Catedral de Oslo, como pasa en todas las bodas, estaba espectacular: un traje de corte minimalista, de manga larga, escote cuadrado y falda recta. Las joyas de Mette Marit también fueron escasas y el “algo azul” que llevan tradicionalmente las novias era un anillo con zafiros de su madre. El ramo se convirtió en uno de los atributos de la novia más criticados por la longitud y extrañeza de las flores y plantas empleados para su realización. Pero si hay algo que recordaremos todos los españoles de esa boda no es la boda de Haakon y Mette Marit, sino a una de sus invitadas, una bella noruega rubia de ojos azules llamada Eva Sanum, por aquel entonces, amiga especial del Príncipe Felipe de Borbón. La prensa española la retrató y filmó hasta la saciedad y los objetivos estuvieron pendientes del gran momento en que Felipe de Borbón y la modelo se encontraban en el baile nupcial. Cuentan algunos testigos que don Felipe hizo las presentaciones pertinentes ante su madre, la Reina doña Sofía y también cuentan que la soberana no dio el visto bueno. Finalmente, el destino ha hecho de las suyas y ahora don Felipe está enamorado y se va a casar con la mujer de sus sueños.

Bodas Reales - Mette Marit

Bodas Reales - Mette Marit

El traje de Máxima
También el traje nupcial causó cierta polémica porque la futura reina de los holandeses no se había decidido por un diseñador de la tierra de los tulipanes. Máxima siempre lo tuvo claro y le pidió al maestro italiano Valentino que se encargara de confeccionar el traje que le llevaría al altar. Y así fue, la argentina apareció espléndida ante todos con una auténtica obra de arte de Alta Costura en mikado de color blanco marfil, de corte clásico y sin demasiados adornos. La manga era larga y ajustada, el escote redondeado y cerrado al estilo Audrey Hepburn y la falda, de cinco metros de cola estaba confeccionada con un discreto vuelo y adornada con dos pequeños detalles de encaje a ambos lados de la cadera. El velo de tul de seda tenía detalles florales realizados a mano e iba sujeto a un moño bajo con una valiosísima tiara propiedad de la Reina Beatriz que ella ya había lucido hacía 35 años en su boda con el Príncipe Claus. La tiara de diamantes iba acompañada de unos pendientes largos también de diamantes y una pulsera de brillantes engarzados en platino. El toque final lo ponía un bonito bouquet de rosas, gardenias y lirios blancos.

A la boda acudieron miembros de todas las casas reales europeas y de la nuestra, o sea, de la española, acudieron la Reina doña Sofía, el Príncipe don Felipe y los duques de Palma de Mallorca. Entre los grandes ausentes, los padres de la novia que, por motivos políticos, no pudieron ser testigos de la boda de su hija quién durante la ceremonia no pudo por menos de emocionarse cuando oyó sonar los acordes de un melancólico bandoneón que entonaba un tango de Astor Piazzola. En la cena pudieron degustar cóctel de lagostinos, tartaleta de rodaballo con salsa de vino blanco, medallones de ciervo al horno con salsa de tomillo, col roja, patatas de la tierra y arándanos. De postre, como no, tarta nupcial y moka. Por cierto, la pareja abrió el baile con la famosa canción de Frank Sinatra, New York, New York.

Bodas Reales - Máxima

Bodas Reales - Máxima

El vestido de Matilde
A las 9 y media de la mañana se desvelaba el secreto mejor guardado por la novia: su vestido. El traje, compuesto por vestido y abrigo fue diseñado por el belga Eduard Vermeulen para la firma Natan y estaba confeccionado con crepé de seda. Era sobrio, de líneas muy puras… el abrigo largo se ajustaba perfectamente a la figura de la joven Princesa y a la altura del busto se hacía evasé para formar una cola de algo más de cinco metros. El vestido que Matilde llevaba era de corte sirena, con escote despegado del cuello para enmarcar su dulce rostro. Las mangas del abrigo eran largas y acababan en punta sobre la mano como una flor de yaro. Pero si hay un detalle que llamó la atención de todos fue el maravilloso velo de la novia, lucido por primera vez en 1877 por Laura Mosselman du Chenoy, abuela de la Reina Paola el día de su boda y por segunda, tocando la cabeza de la madre de la reina de los belgas, Luisa Guizelli, cuando contrajo matrimonio con Ruffo de Calabria. Un velo, sin duda, cargado de bonitas historias de amor, confeccionado en encaje de Bruselas en hilo de lino sobre tul de algodón. En la cabeza, Matilde lució una diadema de brillantes perteneciente al Rey Alberto II.

Bodas Reales - Matilde

Bodas Reales - Matilde

El traje de Marta Luisa
El traje nupcial, blanco y radiante, estaba compuesto por un vestido bordado a base de perlas y diamantes con las iniciales de Marta Luisa y de su marido y por un abrigo con mangas inspiradas en el traje de novia de su madre, la Reina Sonia y solapas también decoradas con una M plagada de diamantes. La Princesa también lució joyas de ensueño: una tiara que había pertenecido a su abuela, la Reina Maud y unos pendientes a juego con un colgante con grandes perlas en forma de pera. Los anillos de boda de la pareja, hechos a mano en oro blanco y brillantes y grabados con dibujos, fueron obra de un importante joyero de su país llamado Uflarsen.

Bodas Reales - Marta Luisa

Bodas Reales - Marta Luisa

Fuente: terranoticias.terra.es

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