Sofía, Felipe, Letizia y siete españoles más
El toque español de la boda lo pusieron la reina Sofía, los Príncipes de Asturias y otros siete invitados, entre ellos, Míriam González, esposa del viceprimer ministro del Gobierno británico, Nick Clegg.
La Princesa de Asturias dio una lección de elegancia con un diseño vintage años 20 y de talle bajo deFelipe Varela que llevó a la abadía de Westminster. Aunque con su modisto de cabecera no siempre atina al elegir un modelo (por ejemplo, el que llevó en la boda de Victoria de Suecia), en esta ocasión el vestido corto de muselina rosa terracota con bordados del mismo tono que llevó a la ceremonia fue todo un acierto. Por primera vez, Letizia se cubrió la cabeza con un sombrero. Firmado por Pablo & Mayaya, en paja de Italia con tul y plumas de faisán, no desentonaba con el conjunto aunque hubiera lucido mejor con una pamela. La princesa completó su indumentaria con unos letizios de Magrit, guantes largos de ante y un bolso de raso, de estilo retro en forma triangular y del mismo tono que el vestido.
Tal como especificaba la invitación, el príncipe Felipe llevó un uniforme: el de gala de capitán de fragata de la Armada. El heredero al trono de España lució la banda y la Gran Cruz de la Orden Victoriana del Reino Unido que le concedió la reina Isabel II durante una visita oficial a España en 1988. Además llevó tres condecoraciones españolas: el Toisón de Oro y las grandes cruces de Carlos III, el Mérito Militar y el Mérito Naval.
La Reina, que no estuvo muy acertada con el modelo marrón de Margarita Nuez que llevó a la cena que Isabel II ofreció a la realeza el jueves, consiguió un sobresaliente ayer con el traje de chaqueta azul violáceo con botonadura de flores, un tocado del mismo tono y zapatos peep toe en color plata. Como complemento, un chal en rosa pastel para protegerse del frío londinense. Los tres regresaron ayer a Madrid para celebrar el cumpleaños de la infanta Sofía.
Además de los miembros de la familia real española, que se llevaron todos los flases, una invitada de Olmedo (Valladolid) atrajo la atención de los fotógrafos. Míriam González, esposa del viceprimer ministro del Gobierno británico, Nick Clegg, que apostó por el diseñador español Miguel Palacio. La vallisoletana fue una de las invitadas menos acertadas, con un vestido en tono gris o piedra sobre el que iba un tul negro de topos que combinó con unos guantes hasta el codo. Llevaba un maquillaje muy pin up con unos labios rojísimos que desentonaban con el color de su sombrero, mucho más coral. Sobre la cabeza, una especie de turbante negro con grandes flores en uno de los lados nada apropiado para el acontecimiento.
La ausencia de Elena Ochoa
En la lista de los invitados, Carlos de Inglaterra incluyó al empresario castellonense Manuel Colonques, dueño de Porcelonosa. El Príncipe de Gales mantiene una estrecha relación con el industrial desde hace 15 años cuando la firma de baldosas empezó a colaborar con entidades benéficas ligadas con el heredero al trono británico. Colonques asistió a la ceremonia acompañado de su mujer, Delfina, que eligió un modelo de Lorenzo Caprile. También estaban invitados, Pedro Pesudo, cabeza visible de Porcelanosa en el Reino Unido, y su mujer, Elia Guillamón.
El cuerpo diplomático estuvo representado por el embajador de España en el Reino Unido, el catalán Carles Casajuana, que acudió con su esposa, Elena Massanet.
Se echó en falta la presencia de Elena Ochoa y su marido, lord Norman Foster, aunque no es de extrañar, ya que el príncipe Carlos desprecia la arquitectura de su compatriota por considerarla demasiado moderna hasta el punto de intentar vetar un bloque de pisos suyo en el barrio de Chelsea.
Fuente: www.elperiodico.com
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